¿Resistencia Civil?
Es una protesta social pacífica ante la ausencia de instituciones democráticas
Uno de los argumentos preferidos de quines justifican la llamada resistencia civil emprendida por la coalición Por el Bien de Todos, es que en 1988 y en 1991, tanto Manuel J. Clouthier como Vicente Fox recurrieron precisamente a la resistencia civil en sus respectivas protestas contra los fraudes electorales cometidos en esos años. Pero son pocos los que rebaten la comparación que ofrecen como justificación los jerarcas del PRD y su candidato presidencial, y la colocan como lo que es; un recurso demagógico y mentiroso. Uno más.
Como lo recordamos en este espacio, en 1988 el candidato presidencial del PAN, Manuel J. Clouthier, en efecto recurrió a la resistencia civil, antes y después de la elección del 6 de julio de ese año. Las principales acciones emprendidas por el líder panista fueron precisamente contra la cerrazón de los medios electrónicos de comunicación -radio y televisión-, que no se abrían a la oposición ni siquiera pagando las entrevistas. Es decir, que además de que en ese 1988 las elecciones estaban en manos del gobierno en turno, el de Miguel de la Madrid -no había IFE ni Tribunal Electoral-, y que no había financiamiento oficial y el gobierno desviaba el dinero público para sus candidatos, también se vivían tiempos de unas libertades fundamentales, como las de expresión, puesto que el gobierno mantenía el control de los medios, especialmente la radio y la televisión. Así, meses antes de la elección del 6 de julio, Clouthier promovió un "boicot publicitario y de audiencia" contra Televisa. Gracias a eso, al final se abrió una rendija para los opositores en el poderoso consorcio televisivo.
En el caso de Vicente Fox, quien en agosto de 1991 compitió por el gobierno de Guanajuato, también fue víctima de una elección de Estado, que oficialmente ganó el priísta Ramón Aguirre, pero que fue impugnada mediante plantones y bloqueos -carreteros y de instalaciones como el aeropuerto del Bajío-, porque en ese 1991 también los procesos electorales estaban en manos del gobierno, en este caso del gobierno local, y tampoco existía el IFE ciudadanizado y menos el Tribunal Electoral. En esta elección, como ya se dijo, se recurrió a la negociación política, que dio como resultado la llamada concertacesión del gobierno de Salinas con el PAN, que no fue otra cosa que un acuerdo político extralegal.
En el México de 1988 y de 1991, se vivía bajo la tutela de gobiernos del PRI, que eran autoritarios, en donde eran harto limitadas libertades como la de expresión, los medios eran controlados por el gobierno, las elecciones eran manejadas, de principio a fin por ese mismo gobierno, era notoria la inequidad, pues no existía el financiamiento oficial, mientras que el dinero público corría a favor del candidato oficial, a cuyo servicio se colocaba todo el peso del Estado. Por eso eran llamadas elecciones de Estado.
Frente a esa situación no sólo era necesario, sino obligado que los partidos y candidatos opositores a los regímenes surgidos del PRI recurrieran a la resistencia civil, como una medida extrema para recuperar los derechos y ejercer las libertades fundamentales. Más aún, la concepción de la resistencia civil nació precisamente como una medida de presión social contra los regímenes autoritarios.
La resistencia civil es, en su concepción clásica, una protesta social pacífica ante la ausencia de instituciones democráticas.
En el fondo, la esencia de la resistencia civil busca el derrumbe de esos regímenes autoritarios, autócratas, para sustituirlos por Estados democráticos, en donde los derechos y la libertades se ejerzan a plenitud, en donde el gobierno de las leyes prevalezca sobre el gobierno de los hombres. Dice Bobbio al respecto: "Dónde gobiernan las leyes, ahí está el reino de la justicia; donde gobiernan los hombres, ahí está el reino del arbitrio. Uno de los rasgos permanentes con que está marcado el gobierno tiránico es el de ser gobierno de un hombre por encima de las leyes, y no de las leyes por encima de los hombres". Pero resulta que en sus excesos retóricos y desplantes demagógicos, los de la coalición Por el Bien de Todos también en este caso mienten sin vergüenza alguna y se presentan como víctimas de una horrible conspiración, de un gobierno dictatorial, capaz de controlar y pervertir los procesos electorales. Y frente a todos esos males, pobres políticos, no les ha quedado más recurso que el de la resistencia civil.
Pero no, más allá de la demagogia engañabobos, lo cierto es que los bloqueos en Reforma y el centro histórico no tienen nada que ver con la resistencia civil, y en cambio son acciones políticas, apoyadas y financiadas por un gobierno como el del DF, y al servicio de las ambiciones de un candidato presidencial perdidoso. Acciones que, en rigor, no son más que misiles para destruir las instituciones de la frágil democracia electoral mexicana. Es otro de los engaños de AMLO. Y si no, al tiempo.
Fuente: El Universal
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