Miss Peje
Publicado en Diario Reforma:
Jaime Sánchez Susarrey
Miss Tabasco II
-Buenas noches, Joaquín.
-Buenas noches… ¡Pero, Manuelita, qué te pasó! Tu vestido está manchado, arrugado y desgarrado. El maquillaje se te ha corrido y tus ojeras son descomunales. La última vez que viniste estabas rozagante y muy guapa. No lo puedo creer…
-¡Ay, Joaquín! No te imaginas por las que he pasado. Y la verdad no sé por dónde empezar. Han sido unos meses terribles. ¡Me robaron, Joaquín! Me robaron la corona. Hubo un complot en mi contra. Los de arriba no me dejaron llegar. Te lo advertí la última vez que estuve aquí.
-¿Pero cómo que te robaron? ¿Qué quieres decir con eso?
-Pues eso, Joaquín. Me hicieron una terrible guerra sucia. Dijeron que era un peligro para el concurso y que iba a desprestigiar a México. Pero no fue suficiente. Si el concurso hubiese sido limpio de todas maneras hubiera ganado. La gente estaba conmigo y me apoyaba. Por eso el día de la elección hicieron un macrofraude. Fabricaron votos, falsificaron actas y compraron a los jueces. Fue una verdadera cochinada que nunca podrá ser lavada ni con las aguas de todos los océanos.
-Pero, Manuelita, entiendo que presentaste tu queja en la comisión de justicia y vigilancia del concurso…
-Sí, la presenté, pero todo fue infructuoso. También a ellos los compraron. No te imaginas la cantidad de porquerías. Por eso aprecio enormemente tu invitación. Ahora hay un cerco informativo. Todos los medios electrónicos y escritos, con una honrosa excepción, están en mi contra. Distorsionan lo que digo, pero lo más grave es que me han borrado del mapa. Por eso decidí hacer un plantón en el Zócalo. Y no sabes las muestras de solidaridad y afecto que he recibido.
-¡Caray, Manuelita! Me preocupa incluso tu salud. Te veo desencajada y temblorosa.
-¿Temblorosa? Sí, Joaquín, sí estoy temblorosa. Pero no es por debilidad ni por miedo, es porque estoy furiosa y te aseguro que esto no se va a quedar así. No está bien y no lo voy a permitir.
-Sin embargo, Manuelita, sé que gente cercana a ti te pide prudencia y te sugiere que esperes hasta el próximo concurso. Temen que quienes simpatizan contigo se alejen y te den la espalda…
-Sí, ya lo sé y lo he valorado. Pero ese es el precio que hay que pagar. Yo soy una mujer de principios y convicciones. Me quiebro, pero no me doblo. ¿O es al contrario: me doblo, pero no me quiebro? En fin… poco importa. Lo que te quiero asegurar es que en esta lucha no habrá marcha atrás. Tú me conoces y sabes que soy una mujer de palabra. Quienes no quieran seguir en la lucha que se vayan. No importa…
-Pero, Manuelita, es que efectivamente hay mucha gente cercana a ti que se ha alejado y que te ha criticado fuertemente. No faltó quien dijera que tu lucha tiene mucho de kafkiano. ¿No te preocupa?
-Para nada, Joaquín. Es verdad que las traiciones se han multiplicado. Muchos de los que me cortejaron en el pasado y que se hubieran sentado felices a festejar el triunfo conmigo, hablan ahora en mi contra. Repiten lo que decían mis peores enemigos: que soy inestable, que tengo rasgos mesiánicos y que me niego a aceptar la derrota. No te puedo ocultar que los veo con profundo desprecio. Son unos traidores de la peor ralea. Es más, prefiero a los que se me enfrentaron abiertamente desde el inicio. Porque esos, al menos, tuvieron el valor de hacerlo en el momento en que mi triunfo parecía inevitable. Pero ya ves, así es la vida. Y en estos meses es mucho lo que he aprendido.
-Pero cuéntame, Manuelita, estas últimas semanas estuviste en Tabasco apoyando en el certamen estatal a la señorita Macuspana que aspiraba a convertirse en Miss Tabasco. Las cosas, sin embargo, no salieron como tú esperabas, ¿no es cierto? La representante de Villahermosa se llevó la victoria de manera arrolladora. De hecho, te invité porque desde entonces a la fecha no has hecho ninguna declaración. ¿Qué piensas? ¿Cómo te sientes?
-Mira, Joaquín, si el concurso nacional fue una porquería, lo que ocurrió en Tabasco no tiene nombre. Por supuesto que hubo un gran fraude. Los de arriba no podían permitir que Miss Macuspana ganara el concurso. Los hubiera puesto en evidencia. Yo dije que sería mi venganza contra el fraude nacional y eso los enchiló aún más. Así que hicieron lo mismo pero peor. Detuvieron a gente que estaba a favor de Perla María y hostigaron a sus simpatizantes. Fue algo así como un golpe de Estado técnico. Guardé silencio porque la ira y la impotencia me roían las entrañas. Pero esto no se va a quedar así. Te lo juro.
-Te creo, Manuelita. Dinos, pues, qué es lo piensas hacer en el futuro…
-Nada que la gente no sepa, Joaquín. Tú sabes muy bien que en la reunión multitudinaria que organicé en el Zócalo, cientos de miles de ciudadanas y de ciudadanos, gente buena del pueblo, que no pirrurris como los de la marcha contra la inseguridad del 27 de junio de 2004, me proclamaron Miss México. Y yo, la verdad, no puedo ni quiero decepcionarlos. Es gente buena que tiene fe en mí. Por ellos me negué a responder a aquellas preguntas de cultura general que me formulaste alguna vez y por ellos, también, voy a coronarme señorita México 2006.
-¿Te vas a coronar?
-Sí, Joaquín, me voy a coronar en el Zócalo el próximo 20 de noviembre, que es el aniversario de
-Caramba, Manuelita, cuéntanos más acerca de la ceremonia. ¿Quién te va a coronar?
-Qué bueno que haces esa pregunta. Pensé mucho en ello. Se me ocurrió, inicialmente, que podría ser Helenita. Su autoridad moral, pese a las críticas de cierta gentuza, es absoluta. Sin embargo ya está muy grande y suele ser muy reiterativa. Aunque debo aclarar que su solidaridad ha sido total. Es una gran mujer…
-Ok, pero dices que eso sólo fue una consideración inicial…
-Así es, Joaquín, después de mucho valorarlo y consultarlo llegué a la conclusión de que la única persona que me puede coronar soy yo misma. Sé que esto va a despertar críticas: que si soy megalómana, que si mi mesianismo, etcétera. Pero no me importa. La gente debe estar feliz. En la ceremonia habrá un coro de niños que cantará: La alegría está por llegar; sonríe, ya ganamos. Ese será el tema de mi coronación. ¿Vas a estar allí, Joaquín?
-Por supuesto, no me lo perdería por nada del mundo.
-Gracias, Joaquín.
-A tus pies, Manuelita.
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